jueves, 30 de junio de 2016

De blogueras y piojos

Con las edades de mis hijos, tengo la esperanza de haber superado por completo el tema de los piojos. Sin embargo, fueron muchos los bichitos de esos que tuve que ver y perseguir por las cabezas de mis cuatro pequeños. Todavía recuerdo lo horrible que me pareció el primero que ví, no los conocía y no podía creer que eso tan grande y tan feo pudiera estar en la cabeza de mi niñita. No tengo idea cuantos frascos de champú antipiojos he comprado en mi vida, pero han sido muchos. Sólo al final, descubrí el peine metálico que me ayudo a superar la última y creo que la peor de todas las invasiones de estos bichos tan incómodos y tan difíciles de eliminar.

Pero, como así es la vida, hace unos meses cuando ya el tema no figuraba entre mis preocupaciones, recibí una invitación a un evento de blogueras, para la presentación de un producto que resultó ser un repelente para piojos. Es un producto nuevo y suena interesante. De hecho, si mis hijos fueran al colegio, tendría simpre uno de estos a la mano, pues cuando hay epidemia de piojos en un grupo de 20 o 30 niños, puede ser muy difícil eliminarlos por completo ya que estos pasan de una cabecita a otra con una facilidad impresionante. La idea es que el producto previene el contagio, pero si ya nuestros hijos traen pasajeros, es necesario eliminarlos de la forma que se prefiera y luego aplicar el repelente para evitar que vuelvan.

Es una lástima no haber tenido algo como esto hace años, pero les cuento que ya existe en caso de que lo lleguen a necesitar.

martes, 28 de junio de 2016

Cambio de ciudad

He dejado pasar tanto tiempo sin escribir que, aunque lo mencioné en alguna entrada anterior, no he contado casi nada sobre nuestra mudanza. Hace siete meses, en noviembre del año pasado, dejamos la casa de Cajicá en la que vivimos por diez años para trasladarnos a Bogotá a un apartamento.
El cambio fue grande, ha sido grande, lo hemos sentido todos, hasta los gatos.

Llevábamos varios años pensando en cambiar de casa. Y yo, más que los demás, quería regresar a Bogotá, sentía que después de 17 años viviendo fuera de la ciudad ya era hora de volver. En la vida todo son etapas y sé que disfruté mucho la vida campestre con mis hijos pequeños. Sin embargo, extrañaba la vida de ciudad, tener otras cosas cerca, los parques, las bibliotecas, los museos, la vida cultural y artística, la familia, los amigos.

No fue fácil encontrar un lugar donde vivir que se adaptara a nuestras necesidades y aunque casi todo el tiempo estuvimos pensando en una casa, al final encontramos un apartamento con los espacios justos para una familia de nuestro tamaño. El apartamento es raro, no es precisamente bonito, pero está muy bien ubicado y eso es lo mejor que tiene.

Y aquí estamos, acomodados y adaptándonos. Juan José se integró rápidamente a un club de patinaje con el que entrena todos los días y desde el principio se ha aventurado a salir en bicicleta a pesar de no conocer mucho la ciudad, eso me encanta! Mariale, que ya se graduó de su programa de fotografía, pasa mucho tiempo en Tabio pues su novio vive allá y ahora están mucho más lejos. También estuvo asisitiendo a una clase de literatura en la Universidad Nacional el semestre pasado. Adelaida va al taller de creación literaria una vez a la semana, y ahora ella y Mariale están en clases de escalada. También vamos cada dos o tres semanas a un taller de arquitectura para niños en la Universidad Nacional, que nos queda muy cerca. Jacobo nos acompaña al taller de creación literaria y pasa la mañana con sus amigos jugando en el parque.

Yo no me estoy moviendo todavía tanto como esperaba, pero estoy tomando clases de danza, y salgo a caminar los domingos a la ciclovía. No he vuelto a nadar y eso me hace mucha falta! Espero hacerlo pronto. También tengo muchas ganas de una bicicleta para moverme por la ciudad, pero todavía no ha sido posible conseguirla. Martín, a quien creo que le dio duro dejar la vida campestre, se sorprende todavía de cuanto le gusta vivir aquí. Para mí ha sido como volver a mi casa. Estoy viviendo en el mismo sector en que viví cuando estudiaba en la universidad, entonces se siente familiar y eso me gusta.

Así que. nueva etapa, muchos cambios, siempre creciendo y aprendiendo.

lunes, 25 de abril de 2016

Las diez herramientas imprescindibles para comenzar a educar en casa

Quienes llevamos varios años educando en casa, casi a diario nos encontramos con familias que están considerando la decisión y que buscan desesperadamente que alguien les diga cómo comenzar.

Es tal el nivel de angustia que tienen sobre sus cabezas, que serían capaces de pagar cualquier cosa por un manual de instrucciones que les asegure el éxito de la tarea si sólo siguen los pasos juiciosamente.

Desafortunadamente, ese manual NO EXISTE. No importa si de hecho encuentran quien se los ofrezca, o se los diseñe de manera personalizada, seguiré creyendo que el manual no existe.

Por eso el título de este post es un título engañoso, porque no creo en ese tipo de listas. No creo que nadie pueda escribir un listado de las 10 herramientas imprescindibles sin conocer muy de cerca a las familias que lo van a leer. Creo que como familias homeschoolers podemos compartir nuestras experiencias, podemos contar cómo hemos hecho algunas cosas, qué nos ha funcionado y qué no, pero no poseemos ni podemos pregonar verdades absolutas que apliquen a todos por igual.

Sé que esta puede no ser la respuesta que las personas esperan recibir, y eso los desconcierta y los llega a molestar, pero estoy convencida de que al decidir educar en casa estamos tomando una decisión valiente alejándonos de maestros y currículos, de horarios y evaluaciones y buscar a alguien que nos diseñe el trabajo con nuestros hijos equivale a pedirle a un extraño que nos diga como vivir la vida de nuestra familia de ahora en adelante.
Porque educar en casa significa, principalmente, vivir en familia y sólo los miembros de la familia saben cómo hacerlo y tienen la autoridad  y las capacidades para tomar las decisiones.

Educar en casa, siguiendo el plan de alguien más, equivale a seguir un esquema tan ajeno a nuestros hijos como el escolar. Claro, al igual que educar con currículo trasladando la escuela a la casa tiene ventajas sobre educarse asistiendo al colegio, como estar alejado del bulling, los profesores autoritarios, las reglas arbitrarias, los horarios antinturales, etc. Pero puede tener desventajas como que los niños pierdan a su mamá porque se ha convertido en su profesora, o que se siga reproduciendo el esquema de autoritarismo y arbitrariedad ahora impuesto por los padres desde su miedo a no hacer la cosas bien.

Debido a los escolarizadas que tenemos nuestras mentes como consecuencia de la educación que hemos recibido y del mundo en el que vivimos, es muy difícil para algunos darse cuenta de que lo más valioso del proceso es cuando los padres recuperan la confianza en ellos mismos y en su capacidad para acompañar a sus hijos en su aprendizaje, dándose cuenta de que no necesitan el consejo de expertos pues nadie es más experto en sus hijos que ellos mismos. Siento que esto se les roba a las familias cuando alguien les da una lista de pasos a seguir y les diseña el plan de actividades a realizar con sus "hijos-alumnos". Educar en casa no se trata sólo de lo académico, se trata más que nada de la vida y los sentimientos y los lazos de la familia.

Me produce una mezcla de tristeza, rabia, desilusión y frustración, la creciente oferta de servicios de asesorias a homeschoolers. Sé que hay familias que lo piden, pero no creo que todo lo que reciben realmente les beneficie. Me atemoriza que, por el afán de satisfacer las expectativas de una familia que ha pagado una asesoría, se caiga en el error de recomendar recetas estándar. No creo que se necesiten títulos ni estudios en pedagogía para asesorar a las familias, creo que se logra más desde la experiencia de la crianza y el aprendizaje paralelo a los propios hijos.

No sé si algún día la necesidad me lleve a ofrecer yo misma estos servicios que ahora critico, pero por ahora me niego a cobrar a una familia por lo que ellos ven como una asesoría y yo veo como compartirles  mi experiencia y devolver de alguna manera lo que recibí a la hora de nuestro propio comienzo: una charla desinteresada y desde el corazón.

lunes, 28 de marzo de 2016

Mirar hacia atrás


Quienes me conocen desde hace más tiempo en este mundo de la blogósfera, recordarán que mi primer blog, que comencé en mayo del 2008, se llamaba "La mamá gallina y sus cuatro pollitos". En algún momento decidí cerrarlo, dejarlo privado y abrir este otro blog, como un nuevo comienzo. Hoy, tratando de reconstruir un poco la historia de la red EnFamilia, comencé a leer "la mamá gallina" de atrás para adelante.

La primera sensación que me asalta es que ha sido difícil para mí esto de la maternidad, me he resistido demasiado, sufriendo más de lo que debería. Claro, presente siempre, aliñando mi miseria, está la falta de dinero suficiente para cubrir lo que yo considero las necesidades básicas de mi familia. Y supongo que en gran parte, saber que estoy en casa y no ganandome un gran sueldo de ingeniera, ha causado mucha de mi resistencia y frustración. De todas maneras, ¡¡¡Pucha, si soy depresiva!!!

Pero también ha sido lindo releer los pedacitos de nuestra vida que quedaron retratados en ese blog y por eso ahora, con menos paranoia, he decidido hacerlo público de nuevo. No para volver a escribir en él, sino para que quien quiera leerlo pueda hacerlo, pues en este mundo de la educación en casa son muchas las familias que buscan conocer las experiencias de otras familias que educan a sus hijos sin escuela. Yo misma fui una de esas familias ávidas de información hace ya tantos años que parece en una vida pasada.

Entonces, si quieren darse una pasada por mi antigua casa, aquí les dejo la dirección:

La Mamá Gallina y sus Cuatro Pollitos

jueves, 14 de enero de 2016

Y sí, tarde o temprano todos leemos


Leer puede definirse de distintas maneras. Leemos el mundo, leemos a las personas, leemos las nubes, las risas y las  lágrimas. Pero la única lectura que parece ser importante es la capacidad de comprender el código escrito.

Jacobo tiene 9 años y hace unos meses comenzó a leer. ¡Por fín! pensarán algunos que andaban preocupados en silecio por el "futuro" de mi hijo. Yo lo observo con una mezcla de alegría, ternura y orgullo, me siento orgullosa de él y también de nosotros como familia. Jacobo siguió el mismo proceso que siguieron todos, sólo lo hizo en su momento, sin afán, sin presión, si etiquetas, sin complejos. Acompañado por su familia, sin ser descalificado, sin creer que le faltaba inteligencia, sin ser mandado a ninguna terapia, respondiendo a quien le preguntara, que aún no sabía leer porque "eso todavía no le interesaba".

Yo lo sabía, lo había leído y escuchado muchas veces, tarde o temprano todos leemos, pero ha sido lindo poder presenciarlo y acompañarlo. ¡Me encanta esto de vivir como si el colegio no existiera!

sábado, 26 de diciembre de 2015

De nuevo a la biblioteca



Hoy visitamos en familia la biblioteca Virgilio Barco. Fue la que frecuentamos por varios años, desde el momento en que comenzamos a educar en casa, hasta que el  tráfico de Bogotá se volvió tan complicado que no valía la pena el viaje desde Cajicá y el trancón cada dos semanas y además teníamos otra biblioteca que nos quedaba más cerca. Pero la otra no gustó tanto y así, nuestros días de biblioteca terminaron.  Pero... ahora que vivimos de nuevo en Bogotá, estamos muy cerca de nuestra querida biblioteca de antes y hoy estuvimos renovando los carnets y reconociéndola. Espero que este sea el comienzo de una nueva rutina de visitas semanales.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Y como cada año, en navidad

Quienes me conocen saben que no me gusta la navidad. Me gustaba antes de tener hijos, cuando no tenía que preocuparme de nada, solo visitar a la familia, ir de paseo, rezar la novena y cantar villancicos, comer rico y recibir regalos. Todo eso simplemente pasaba, eran otros los encargados de que así fuera.

Hay muchos que recuperan el gusto por la navidad al ver a sus hijos disfrutarla. Y a mí me gusta ver a mis hijos felices, pero con el paso de los años me he vuelto tan escéptica con tantas cosas, que decirle mentiras a mis hijos sólo para verlos felices no es lo mío. Por eso, la farsa de los regalos del niño Dios terminó para nosotros relativamente pronto.  Eso sumado a nuestra eterna situación económica apretada, ha hecho que la navidad obligatoriamente no gire alrededor de los regalos. Y si no hay regalos y no hay religión ¿cuál es el sentido de la navidad? Reunirse con la familia, sí, eso sigue siendo importante, pero no sucede cada año porque algunas veces no logramos la logística que se necesita para viajar con todos los niños.


En fin, cada año me ataca la depresión por estas fechas en mayor o menor medida. Este año, con cambio de casa y de ciudad hace un mes, hemos estado tan ocupados que hemos pensado poco en la navidad y yo creí que tal vez la depresión no haría presencia. ¡Pero ayer me cayó encima con ganas! Y así, pasamos un día de navidad solo nosotros seis, en una casa todavía llena de cajas sin desempacar y cuadros sin colgar, con una cena navideña vegetariana pedida a domicilio (no me quejo, estuvo deliciosa), sin pensar en vestirnos y arreglarnos para una fecha especial. Comimos, charlamos, vimos una película y a dormir. No hubo ni un solo regalo, eso nunca había pasado, y creo que fue esa la razón que me hizo sentir tan triste, aunque mis hijos aparentemente no le prestaron atención  a este "pequeño detalle". Me duele pensar que ya se acostumbraron a que nunca hay plata para nada, menos para regalos. Quiero darles tantas cosas, y es tan difícil darles incluso lo más básico, que siento que les estoy fallando.

Pero todo pasa, y aquí seguimos. Tocará replantar la lista de propósitos para el 2016 a ver si este año sí salimos de pobres. Quiero que mi vida deje de estar enmarcada en la frase "para eso no tengo plata". Quiero dejar de vivir en modo supervivencia.