He dejado pasar tanto tiempo sin escribir que, aunque lo mencioné en alguna entrada anterior, no he contado casi nada sobre nuestra mudanza. Hace siete meses, en noviembre del año pasado, dejamos la casa de Cajicá en la que vivimos por diez años para trasladarnos a Bogotá a un apartamento.
El cambio fue grande, ha sido grande, lo hemos sentido todos, hasta los gatos.
Llevábamos varios años pensando en cambiar de casa. Y yo, más que los demás, quería regresar a Bogotá, sentía que después de 17 años viviendo fuera de la ciudad ya era hora de volver. En la vida todo son etapas y sé que disfruté mucho la vida campestre con mis hijos pequeños. Sin embargo, extrañaba la vida de ciudad, tener otras cosas cerca, los parques, las bibliotecas, los museos, la vida cultural y artística, la familia, los amigos.
No fue fácil encontrar un lugar donde vivir que se adaptara a nuestras necesidades y aunque casi todo el tiempo estuvimos pensando en una casa, al final encontramos un apartamento con los espacios justos para una familia de nuestro tamaño. El apartamento es raro, no es precisamente bonito, pero está muy bien ubicado y eso es lo mejor que tiene.
Y aquí estamos, acomodados y adaptándonos. Juan José se integró rápidamente a un club de patinaje con el que entrena todos los días y desde el principio se ha aventurado a salir en bicicleta a pesar de no conocer mucho la ciudad, eso me encanta! Mariale, que ya se graduó de su programa de fotografía, pasa mucho tiempo en Tabio pues su novio vive allá y ahora están mucho más lejos. También estuvo asisitiendo a una clase de literatura en la Universidad Nacional el semestre pasado. Adelaida va al taller de creación literaria una vez a la semana, y ahora ella y Mariale están en clases de escalada. También vamos cada dos o tres semanas a un taller de arquitectura para niños en la Universidad Nacional, que nos queda muy cerca. Jacobo nos acompaña al taller de creación literaria y pasa la mañana con sus amigos jugando en el parque.
Yo no me estoy moviendo todavía tanto como esperaba, pero estoy tomando clases de danza, y salgo a caminar los domingos a la ciclovía. No he vuelto a nadar y eso me hace mucha falta! Espero hacerlo pronto. También tengo muchas ganas de una bicicleta para moverme por la ciudad, pero todavía no ha sido posible conseguirla. Martín, a quien creo que le dio duro dejar la vida campestre, se sorprende todavía de cuanto le gusta vivir aquí. Para mí ha sido como volver a mi casa. Estoy viviendo en el mismo sector en que viví cuando estudiaba en la universidad, entonces se siente familiar y eso me gusta.
Así que. nueva etapa, muchos cambios, siempre creciendo y aprendiendo.
Así que. nueva etapa, muchos cambios, siempre creciendo y aprendiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario