Intervención en la audiencia pública sobre el proyecto de ley 84
de 2017, llevada a cabo el jueves 19 de octubre en el Congreso de la
República.
Son muchas las familias, en Colombia y en todo el mundo, que deciden no educar a sus hijos dentro del sistema escolar convencional, es decir, optan por no matricularlos en una institución educativa. Este fenómeno es llamado de diferentes maneras y tiene muchas variantes: homeschooling, educación en casa, educación en familia, educación sin escuela, desescolarización, unschooling, aprendizaje autoorganizado, autodidactismo, entre otras.
Este tipo de educación siempre ha existido, no nos lo estamos inventando. Sin embargo, debido a que la sociedad industrializada decidió estandarizar los procesos humanos de adquisición de conocimiento utilizando el modelo escolar obligatorio, que emula una fábrica de producción en serie, se nos ha olvidado que hay muchas formas de aprender.
En Colombia son cada vez más las familias que se deciden por esta opción educativa y lo hacen por una amplio abanico de razones y motivaciones. Si algo caracteriza a estas familias es su diversidad en muchos aspectos: las razones por las que lo hacen, la manera en que quieren hacerlo, los lugares en los que habitan, su nivel socio económico y cultural, su filosofía de vida, sus creencias religiosas y preferencias políticas, sus prioridades y proyectos de vida, el número de hijos. Sería un gran atrevimiento y una muestra de desinformación querer encasillar a todas las familias que educan en casa en una única categoría. Ese es uno de los problemas conceptuales y de formulación que se pueden encontrar en el proyecto de ley que hoy nos tiene aquí.
Algo que valoran las familias que educan sin escuela es el ejercicio de su libertad para decidir. Es por eso que proponer una regulación del fenómeno es un asunto delicado que no debe ser tomado a la ligera.
Vale la pena detenerse en las motivaciones, pues ahí está la clave que nos va a permitir explicar la diferencia entre educación en casa y educación a distancia. Entre las razones que llevan a las familias a desvincularse del sistema escolar hay profundos desacuerdos con varias de las características de este sistema: el currículo, los horarios, las relaciones autoritarias, el bullying o matoneo, la evaluación, las etiquetas, la obligatoriedad de tantas cosas.
Para las familias que educamos en casa es claro que no es o mismo hablar de aprendizaje que hablar de educación, escolarización o enseñanza.
Quienes toma la educación a distancia probablemente lo hacen por evitar largos desplazamientos, por la comodidad de estudiar desde su casa y tal vez para tener un manejo más flexible de su tiempo. Por todo lo demás, acepta la estructura escolar: grados, materias, evaluaciones, etc.
Las familias que educamos en casa no nos limitamos al uso de una plataforma; las dimensiones humanas, sociales, culturales, filosóficas que se ven involucradas en el proceso de educar sin escuela hacen que la experiencia trascienda el mero aprendizaje de conceptos y contenidos, diferenciándola de lo que sucede dentro de un aula, ya sea presencial o virtual.
A pesar de que en nuestro país el fenómeno está poco estudiado, en otros países como Canadá, Inglaterra y Estados Unidos llevan alrededor de 30 años investigando a varias generaciones que han sido educadas de esta manera. Es interesante resaltar especialmente las investigaciones de Brian Ray, quien es el creador y actual director del National Home Education Research Institute, NHERI, Instituto Nacional de Investigación en Educación en Casa de Estados Unidos. Brian Ray estuvo en Colombia en junio de este año, participando del Foro Virtual Educa invitado por el Ministerio de Educación.
Sus investigaciones arrojan datos muy importantes con respecto al desempeño académico y social de los niños y jóvenes educados en casa, y desvirtúan muchas de las creencias erróneas o mitos que existen sobre el tema:
Con respecto a las exigencias de una regulación:
Con respecto a los mitos, las investigaciones que menciono demuestran que:
La educación virtual es una herramienta que las familias que educan en casa pueden usar, si así lo quieren, y podríamos decir que quienes en la actualidad lo hacen son un pequeño porcentaje del total de familias que educamos sin escuela.
No queremos que la regulación de la educación sin escuela sea una motivación para que el proyecto de ley sea aceptado, pues consideramos que no el camino correcto para hacerlo. Pero no nos oponemos a la reglamentación de la educación virtual, como modalidad educativa que no representa a las familias que educan si escuela.
Solicitamos de manera respetuosa la no inclusión de nuestra población de familias que educan sin escuela en este proyecto de ley.
Son muchas las familias, en Colombia y en todo el mundo, que deciden no educar a sus hijos dentro del sistema escolar convencional, es decir, optan por no matricularlos en una institución educativa. Este fenómeno es llamado de diferentes maneras y tiene muchas variantes: homeschooling, educación en casa, educación en familia, educación sin escuela, desescolarización, unschooling, aprendizaje autoorganizado, autodidactismo, entre otras.
Este tipo de educación siempre ha existido, no nos lo estamos inventando. Sin embargo, debido a que la sociedad industrializada decidió estandarizar los procesos humanos de adquisición de conocimiento utilizando el modelo escolar obligatorio, que emula una fábrica de producción en serie, se nos ha olvidado que hay muchas formas de aprender.
En Colombia son cada vez más las familias que se deciden por esta opción educativa y lo hacen por una amplio abanico de razones y motivaciones. Si algo caracteriza a estas familias es su diversidad en muchos aspectos: las razones por las que lo hacen, la manera en que quieren hacerlo, los lugares en los que habitan, su nivel socio económico y cultural, su filosofía de vida, sus creencias religiosas y preferencias políticas, sus prioridades y proyectos de vida, el número de hijos. Sería un gran atrevimiento y una muestra de desinformación querer encasillar a todas las familias que educan en casa en una única categoría. Ese es uno de los problemas conceptuales y de formulación que se pueden encontrar en el proyecto de ley que hoy nos tiene aquí.
Algo que valoran las familias que educan sin escuela es el ejercicio de su libertad para decidir. Es por eso que proponer una regulación del fenómeno es un asunto delicado que no debe ser tomado a la ligera.
Vale la pena detenerse en las motivaciones, pues ahí está la clave que nos va a permitir explicar la diferencia entre educación en casa y educación a distancia. Entre las razones que llevan a las familias a desvincularse del sistema escolar hay profundos desacuerdos con varias de las características de este sistema: el currículo, los horarios, las relaciones autoritarias, el bullying o matoneo, la evaluación, las etiquetas, la obligatoriedad de tantas cosas.
Para las familias que educamos en casa es claro que no es o mismo hablar de aprendizaje que hablar de educación, escolarización o enseñanza.
Quienes toma la educación a distancia probablemente lo hacen por evitar largos desplazamientos, por la comodidad de estudiar desde su casa y tal vez para tener un manejo más flexible de su tiempo. Por todo lo demás, acepta la estructura escolar: grados, materias, evaluaciones, etc.
Las familias que educamos en casa no nos limitamos al uso de una plataforma; las dimensiones humanas, sociales, culturales, filosóficas que se ven involucradas en el proceso de educar sin escuela hacen que la experiencia trascienda el mero aprendizaje de conceptos y contenidos, diferenciándola de lo que sucede dentro de un aula, ya sea presencial o virtual.
A pesar de que en nuestro país el fenómeno está poco estudiado, en otros países como Canadá, Inglaterra y Estados Unidos llevan alrededor de 30 años investigando a varias generaciones que han sido educadas de esta manera. Es interesante resaltar especialmente las investigaciones de Brian Ray, quien es el creador y actual director del National Home Education Research Institute, NHERI, Instituto Nacional de Investigación en Educación en Casa de Estados Unidos. Brian Ray estuvo en Colombia en junio de este año, participando del Foro Virtual Educa invitado por el Ministerio de Educación.
Sus investigaciones arrojan datos muy importantes con respecto al desempeño académico y social de los niños y jóvenes educados en casa, y desvirtúan muchas de las creencias erróneas o mitos que existen sobre el tema:
Con respecto a las exigencias de una regulación:
- No hay evidencia de que registrarse o notificar ante las autoridades que se está educando en casa, beneficie de manera especial a los niños que se educan sin escuela.
- No hay evidencia que demuestre que exigir a los padres el cumplimiento de un determinado número de días de instrucción al año, beneficie de alguna manera a los niños educados en casa.
- No hay evidencia que demuestre que exigir a los padres la enseñanza de materias obligatorias represente algún beneficio para los niños educados en casa.
- No hay evidencia de que los niños educados en casa se beneficien especialmente de que se les exija presentar evaluaciones o soportes de lo estudiado cada año.
- No hay evidencia que demuestre la necesidad de exigir a los padres cierto nivel educativo para poder educar en casa.
Con respecto a los mitos, las investigaciones que menciono demuestran que:
- Los jóvenes educados en casa son admitidos en todas las universidades públicas y privadas, son candidatos a prestamos estudiantiles y por lo general y de manera consistente obtienen puntajes más altos en las pruebas de admisión que los jóvenes graduados de colegios públicos o privados.
- La educación en casa no es exclusiva de una minoría rica, blanca, religiosa fundamentalista.
- Hay datos estadísticos que demuestran la diversidad de las familias que educan en casa.
- Las estadísticas desvirtúan la teoría de que los padres sin estudios en pedagogía o sin estudios superiores no están en capacidad de educar a sus hijos. Es bien alto el porcentaje de los padres que con pocos estudios, incluso sin un diploma de bachiller, han acompañado exitosamente la educación en casa de sus hijos.
- Los datos recogidos también hablan de la gran variedad de motivos por los que las familias educan en casa, desvirtuando el mito de que quienes educan sin escuela son fundamentalistas que quieren adoctrinar a sus hijos
- Estos niños tienen un desarrollo social y psicológico igual o mejor que el de los niños educados en colegio
- Casi todos los niños educados en casa participan regularmente de actividades sociales con otros niños y adultos de su familia y su comunidad
- Los adultos jóvenes educados en casa van a la universidad en una proporción un poco mayor que los educados en colegio
- Tienden a tener mas iniciativa propia que el resto de la población
- Tienen mayor tendencia a ser emprendedores
- Son más activos cívica y políticamente
- Son más tolerantes en los aspectos políticos
La educación virtual es una herramienta que las familias que educan en casa pueden usar, si así lo quieren, y podríamos decir que quienes en la actualidad lo hacen son un pequeño porcentaje del total de familias que educamos sin escuela.
No queremos que la regulación de la educación sin escuela sea una motivación para que el proyecto de ley sea aceptado, pues consideramos que no el camino correcto para hacerlo. Pero no nos oponemos a la reglamentación de la educación virtual, como modalidad educativa que no representa a las familias que educan si escuela.
Solicitamos de manera respetuosa la no inclusión de nuestra población de familias que educan sin escuela en este proyecto de ley.